MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
Al final del escrito anterior, luego de ponderar con sano juicio los valiosos aportes a la radiodifusión dominicana de los locutores muertos y vivos que ejercieron la vocación en el fenómeno radial que se llamó Radio Guarachita, paso a cumplir con lo que prometí: Hacer un recuento de las que fueron por su auténtica creatividad, verdaderas “aracenadas”.
Por lo pronto, confieso que estoy en espera de un dato sin el cual no puedo acertar el significado de los dos últimos grafemas de la sigla HIAW, en tanto sé que la (H) y la (I) son las letras asignadas a la República Dominicana por la Unión Internacional de Telecomunicaciones, el organismo encargado de regular las telecomunicaciones en todo el universo. Ya me llegará…
La que puede ser considerada una de las principales y la más útil de las aracenadas de don Radhamés, entre muchas otras, es la forma ingeniosa con que hizo fácil la comunicación de los oyentes con el locutor de planta; es decir, con la persona que estaba en la cabina de emisión haciendo uso del micrófono.
No es posible imaginar siquiera los brincos, saltos y bandazos que para conseguir el número telefónico 2-34-56 para Radio guarachita tuvo que dar esa olvidada estrella de la galaxia radiofónica de este país.
Es necesario apuntar que en ese tiempo, anterior y posterior a la Revolución Constitucionalista de abril de 1965, en la ciudad de Santo Domingo, Distrito Nacional, todavía, sólo operaba la Compañía Dominicana de Teléfonos (CDT); y que los números de teléfonos los asignaba de manera aleatoria.
Por un asunto de intuición, me atrevería a asegurar que la asignación del número 9-21- 21 a La Voz Dominicana se debió a que el 21 enviaba un mensaje de recordación del día de “La Virgen de la Alta Gracia”, Protectora del Pueblo Dominicano…